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La educación en la República (página 2)




Enviado por danroli70



Partes: 1, 2, 3

Reglamentos y leyes
educativas

La preocupación por la educación se
manifestó desde 1829, al conformarse, por encargo de la
municipalidad, la comisión que debía preparar un
proyecto de
educación
e instrucción pública y que estuvo integrada por
José Manuel Salas, José Ignacio Moreno. Mariano
Esteban de la Llosa, Antonio Camilo Vergara, Pedro de la
Quintana, Marcelino Hurtado y F. Cipriano Giyenet. El proyecto se
terminó de elaborar el 10 de setiembre y se elevó a
las cámaras para su aprobación. El 23 de noviembre
se remitió, además, un plan general de
instrucción para la república, firmado por Pascual
Antonio Zárate, José Feijó, Miguel de los
Ríos y Ramón
Dianderas, donde se determinaban materias muy específicas
como los cursos, la duración de los mismos y los autores
que debían servir de base en cada materia.
Lamentablemente, ninguno de los des proyectos fue
aprobado y se llegó a 1833, cuando por decreto el 18 de
noviembre se creó el Departamento de Instrucción
Primaria y se firmó un primer reglamento de
instrucción que contenía el plan de estudios. Se
designaba como director de todas las escuelas y aulas de
latinidad al presbítero José Francisco Navarrrete
se proponía el número de planteles, los sueldos de
los profesores, el funcionamiento de escuelas gratuitas con
distribución de útiles y la
aplicación del sistema
lancasteriano, así como el otorgamiento de premios como
incentivo. Al año siguiente, Orbegoso confirmó lo
anterior por decretos del 3 de marzo y 3 de octubre.

En 1835 se atendieron casos especiales, como la reforma
del colegio de San Carlos y la reglamentación del colegio
de educandas, para el cual se fijaban hasta los horarios de
trabajo, los
cursos y el régimen administrativo.

Con Santa Cruz, en 1836, se estableció la
Dirección General de instrucción y
el 28 de noviembre de 1836 promulgó el reglamento general
de instrucción pública para escuelas primarias, que
constaba de siete capítulos y 39 artículos, donde
se determinaba el tipo y número de escuelas, se
regimentaban las escuelas Normales, las escuelas centrales de
distritos, las condiciones de los preceptores, las obligaciones
de los discípulos, las funciones de los
directores, la distribución de útiles, se
individualizaba el colegio San José y se daban algunas
disposiciones transitorias. Al año siguiente, se
creó el ministerio de educación, pero ligado al
gobierno y
relaciones exteriores y en 1640 el presidente Gamarra
apoyó el desarrollo de
la instrucción primaria y decretó la
organización del colegio de la Independencia.

En este año el panorama de la educación
era el siguiente para Lima:

3 aulas gratuitas de latinidad.

3 escuelas normales oficiales de primeras
letras.

3 escuelas en porterías de conventos.

2 escuelas de huérfanos.

Varias escuelas particulares de primeras
letras.

Colegio de Educandas de Santa Teresa.

15 escuelas particulares de varones.

9 escuelas particulares para mujeres.

Había un total de 400 escolares varones y 200
mujeres.

Destaca también la es de Clemente Noel, creada el
8 de mayo de 1838, donde además de los cursos corrientes
de lectura,
escritura,
contabilidad y
doctrina cristiana, se daba ortología práctica,
caligrafía, gramática castellana, latina y francesa,
matemáticas puras, música, geografía
astronómica y descriptiva y teneduría de libros.

La parte más importante, sin embargo, se dio de
‘1850 en adelante, cuando el presidente Castilla dio el
primer reglamento general de instrucción pública,
el 14 de junio LIC 850, durante su primer gobierno. Este
instrumento fue el primero que tuvo, por lo menos, parcial
aplicación constó de 10 capítulos y 67
artículos. El proyecto se empezó a preparar desde
1846, pero al no ocuparse de él el Congreso, Castilla lo
promulgo directamente. Este reglamento contempló como los
proyectos anteriores, los tipos de establecimientos que
podían abrirse (particulares y estatales); los tres grados
o niveles educativos comunes (escuelas primarias, colegios de
media y especial o universitario). en los dos primeros era
obligatorio la educación mora1 y religioso. Se
proscribía la educación mixta, bajo pena de cierre
del establecimiento. Se trataba en particular de cada nivel, del
régimen de instrucción de los dos tipos de enseñanza, de los profesores y de las
autoridades, empezó a funcionar una junta de
instrucción.

Castilla trató de perfeccionar este primer
ordenamiento de la educación en su segundo acceso al
poder y el 7
de abril de 1856 amplio el reglamento con una segunda
versión que constó de seis secciones, algunos
títulos y 80 artículos. Repite algunas de las
consideraciones anteriores, pero en la sección primera
crea la Dirección General de Estudios dentro del
ministerio de instrucción pública, y comisiones de
instrucción pública, departamentales y provinciales
o parroquiales, para descentralizar la
administración. Para la educación universitaria
se señalaron cinco facultades: Teología, Jurisprudencia, Medicina,
Filosofía y Letras, Matemáticas y Ciencias
Naturales y se determinaron los cursos a seguirse. En esta
oportunidad, fijaron los institutos que completaban el panorama
de la educación
especial: el Militar, el de Ingenieros, la Escuela
Náutica, la de Pintura y
Dibujo, la de
Minería y
la de Agricultura.
También se precisó que el sistema de
educación debía ser moral,
intelectual, estético y físico.

Luego hubo un cierto silencio de parte de los gobiernos
hasta el gobierno de Manuel Pardo y el partido civil. El 26 de
julio de 1873 se dio un decreto contra la vagancia, con encargo
de remitir los niños
vagos a las escuelas de grumetes, cabos o agricultura, hasta el
número de 400 en cada una. Al siguiente año, el 27
de julio, se dio un reglamento de instrucción primaria en
concordancia con la administración municipal y para 1876 se
formulé un nuevo reglamento, promulgado el 18 de marzo.
Para elaborarlo, se nombré una comisión integrada
por representantes de la Universidad de
San Marcos y profesores como: José Antonio Poca, Manuel A.
Fuentes,
José Casimiro Ulloa, Paul Pradier Fodéré,
José Granda, A. Paz Soldán y Unanue. Inspirados en
ideas de modernidad y en
los postulados del civilismo, expidieron un texto que
contenía 330 artículos, divididos en veintisiete
capítulos y en cuatro secciones. La distribución de
los contenidos fue la siguiente: una sección preliminar
dedicada a los aspectos generales como lo tipos y grados de
educación y las autoridades a nivel nacional, donde se
establecía el Consejo Superior de Instrucción
T’ública y los Consejos departamentales,
provinciales y distritales. Las demás se destinaban una a
cada nivel y comprendían tanto la estructura
académica como la administrativa, incluyéndose
también los planes de estudio.

En este reglamento, la instrucción primaria era
obligatoria y gratuita del 1 al 3cr. Grado. Se edité
el
periódico El Educador Popular, de distribución
gratuita para los profesores. La financiación de las
escuelas corría a cargo del Estado, ya que
las municipalidades carecían de las rentas adecuadas
procedentes de la contribución personal.

Las materias de enseñanza en la
instrucción media para el primer grado, que
comprendía cuatro años eran: gramática,
latín, historia, geografía,
matemática, religión, ciencias,
caligrafía, teneduría de libros, música,
dibujo y lengua
viva.

Para el segundo grado (2 años) quedaban:
filosofía, historia, literatura, economía
política, cosmografía, química, agrimensura,
geometría, lenguas vivas, taquigrafía y dibujo.

El nivel medio era de paga y no obligatorio.

La mujer sólo
tenía acceso hasta el 3º de Primaria y su acceso a
niveles superiores se restringía a cultura
general y labores.

Pardo se preocupó también de la
contratación de profesores extranjeros, no sólo
para Lima, sino para provincias, como Cusco, Puno, Chiclayo y
Piura. Vinieron alemanes y franceses, como Pablo Pradier
Fodéré, quien introdujo los estudios de ciencias
administrativas, mientras los alemanes formulaban el proyecto del
Instituto de Lima.

El balance que arroja la educación en Lima para
1876 es el siguiente: 123 escuelas municipales, 6 nacionales, 8
de la Beneficencia de Lima, 9 de sociedades o
fundaciones, 7 comunales y 62 particulares. Allí se
educaban 4,911 mujeres y 9,641 varones.

En estos reglamentos (1850-1855 y 1 $76)2 se percibe la
influencia liberal aportada por las diversas generaciones
liberales y sus maestros como Sebastián Lorente, Gonzales
Vigil, los Gálvez, entre otros. Se tomaron las ideas sobre
la universalidad de la educación, la aceptación a
maestros no católicos e introducción en San Marcos de todos los
adelantos científicos del momento.

González Vigil, con un amplio sentido social,
propicia la educación primaria popular, con un marcado
énfasis moral y humanitario. Junto a ella habla de la
educación de adultos, semejante a las anteriores, y con
participación de grupos
religiosos. En cambio,
Lastarria criticaba que la educación primaria pueda estar
librada a la iniciativa particular. Las asignaturas que
Gonzáles Vigil consideraba para la educación
popular eran: lectura, escritura, elementos de aritmética,
catecismo cristiano, catecismo patriótico y un oficio, es
decir, lo necesario para el ingreso a la población económicamente
activa.

Ambos, Vigil y Lorente, insisten en los aspectos
críticos de esta educación que debe brindar junto
con la gratuidad los útiles y los textos necesarios y
propician la apertura de centros de artes y oficios en refuerzo
de la educación popular.

Los reglamentos posteriores del siglo como el del
presidente Iglesias del 16 de mayo de 1884, se da en cumplimiento
de lo establecido por el de 1876 sobre la revisión
periódica —cada 5 años—, pero no
introdujeron mayores modificaciones. El presidente
Cáceres, en 1886, intentó algunas reformas con el
reglamento del 3 de noviembre, pero dos años
después retomó el de Pardo (7 de diciembre), el
cual no sufrió cambios sustantivos.

En su relato de 1885, el viajero alemán
Middendorf destacaba la decadencia de la instrucción
media, por la escasez de
colegios y la falta de desarrollo de los planes adecuados corno
para un bachillerato. Así, aunque sin diferencias
extraordinarias, resultaban en mejor pie la enseñanza
primaria, que estaba principalmente a cargo de los concejos
provincia les, así como de instituciones
particulares; y la enseñanza superior, que aunque con
altibajos, se había hecho esfuerzos por
mejorarla.

Planes de estudio

La crítica
generalizada es que no se contó con una programación orgánica: "Muchas
asignaturas se enseñaban simultáneamente, en
diversos grados educativos. Así, por ejemplo… Geometría,
Aritmética, Caligrafía, Música,
Teneduría de Libros, etc Junto a "Cálculo
Infinitesimal, Ética, Filosofía, Lógica,
Mora!, Derecho o Mecánica Aplicada, etc." Además cada
colegio seguía un plan distinto. Para empezar, claramente
se aprecia que el estudio de las ma1emi no guardaba el orden
secuencial adecuado y posiblemente allí empezara el
rechazo por tal materia, por la falta de bases necesarias para su
estudio. También, para 1850, Lastarria tiene palabras
semejantes, al lamentar que no hay un plan de estudios
"común y sistemado" para los colegios estatales y que no
haya producción nacional libresca.

Los diferentes niveles, de acuerdo con los reglamentos,
debían presentar características propias;
así, la instrucción popular debía ser
"general y sencilla", la media "simultanea y extensa" y la
especial "limitada a su ramo y profunda ", aunque como se puede
apreciar esto no siempre se cumplía y centros como San
Carlos y Guadalupe, habilitados inicialmente para
instrucción media, terminaron preparando
universitarios.

De acuerdo con lo anterior, la educación popular
comprendía cursos de religión, ortología,
caligrafía, reglas de urbanidad, higiene, economía
doméstica, geografía e historia del Perú,
elementos de geometría, ciernen tos de física,
química, historia natural, aplicación a las artes
comunes y cultivo del campo, teneduría de libros, dibujo
lineal, música y pedagogía.

En cambio, la instrucción media abarcaba:
religión, lengua latina, y griega, francesa e inglesa,
geografía e historia, matemáticas, elementos de
ciencias naturales y filosofía, literatura castellana y
artes de ornato.

Profesorado

De acuerdo con cada nivel variaban las exigencias para
ocupar las plazas docentes. Los
profesores de primaria debían rendir un examen, pero para
ser directores debían someterse a un concurso
público en el cual se evaluaba los méritos de los
aspirantes.

Para ingresar como profesor de
media el procedimiento era
similar, pero en este caso los aspirantes a directores
debían tener grado universitario y era el consejo de
instrucción pública el los elegía de la
terna presentada por los Consejos departamentales. Middendorf
señala que le) mismo regía para los colegios
femeninos. Sin embargo, queda una interrogante en este caso, pues
la mujer
sólo tuvo acceso a la universidad en el presente
siglo.

En cuanto a los profesores universitarios, para ser
titulares debían someterse a un concurso.

Con animo de incentivar la profesión magisterial,
el 23 de febrero de 1 861, el presidente Castilla decreto "Que la
enseñanza pública es la profesión creadora
de todas las demás que existen en la sociedad
"por lo cual debía disfrutar de todas las prerrogativas y
para ello concedió a los profesores de media y superior
jubilación y montepío y a los empleados
públicos que hubiesen enseñado en colegio nacional
el pago especial de esa labor.

Principales colegios; San Carlos, Guadalupe y San
Fernando, en Lima

San Carlos era ya un colegio antiguo, del último
tercio del siglo XVIII. Sus rectores, hasta mediados del siglo
XIX fueron: Toribio Rodríguez de Mendoza, Carlos
Pedemonte, Agustín Charún, liberal y Bartolome
Herréra, conservador. Con Herréra volvió a
brillar San Carlos, aunque con escándalo de sus ex
discípulos y rivales, corno los hermanos Gálvez,
por difundir en sus aulas la doctrina de la soberanía de la inteligencia,
que algunos llegaron a considerar contraria a las bases de la
Constitución. El liberal Lastarria comparte
estas críticas, pero reconoce el valor de los
estudios del antiguo convictorio y afirma "Asistimos a los
exámenes públicos… y nos complacemos grandemente
de ser testigos del aprovechamiento de sus alumnos y de la
idoneidad de sus profesores" los cuales eran apenas diez,
incluido el rector cuya capacidad Lastarria destaca.

Entre los autores que se utilizaban en San Carlos
figuraban: para derecho
natural, Ahrens, Felíce, Burlamaqui y Heinecio; para
derecho de gentes, Pando, Bello, Waltel, Kubler, Mantcns,
Pinheiro y Reyneval; para derecho civil,
las leyes; para derecho canónico, Pereira, Van Spen,
Berardi, Cavalerios, D. Real, Cañada, Covarrubias.
Probablemente esto provocó la rebelión de algunos
alumnos, los cuales en agosto de 1856 protestaron contra el
rector Antonio Arenas (procedían del colegio Guadalupe) y
contra las doctrinas de los textos de derecho
público. Se procedió a la expulsión del
cabecilla Enrique Arias, pero luego catorce estudiantes se
solidarizaron y se amplió la sanción a ellos. El
gobierno entonces, fiscalizó la enseñanza y
llegó a acoplarse un liberalismo
moderado. Así, el 20 de enero de 1857 se aprobó el
reglamento aprobado por el rector, donde r’ consideraban
cinco años de estudios para filosofía y letras y
para jurisprudencia.

Para filosofía y letras los cursos eran los
siguientes:

1 cálculo, psicología y
lógica.

2 geometría, trigonometría, filosofía
moral.

3 mecánica, fluidos, religión 1,
historia antigua.

4 óptica,
astronomía, religión II, historia
moderna.

5° literatura, historia de la
filosofía y análisis de los principales sistemas
filosóficos.

Para jurisprudencia, necesitaban el bachillerato en
filosofía y letras seguían los cursos
correspondientes a:

l derecho natural, filosofía histórica y
práctica de derecho
constitucional.

2 derechos de gentes, derecho romano
(Instituciones de Justiniano).

3 derecho privado y civil (filosófico,
histórico y práctico) y derecho
eclesiástico.

4 derecho penal
(filosófico, histórico y práctico), derecho
administrativo, teoría
del enjuiciamiento y práctica forense en materia
criminal.

Con la reforma de 1857 se establecieron doce becas para
estudiantes de provincias y doce para alumnos
indígenas.

Para la Facultad de Matemáticas y Ciencias
Naturales se estableció el estudio de matemáticas
puras y matemáticas mixtas, física,
astronomía y religión. Posteriormente, se quiso
establecer la división entre matemáticas
elementales, matemáticas trascendentales y
matemáticas mixtas. Se continuaba con física y
astronomía y se añadía la enseñanza
de c e historia natural.

Frente a San Carlos, se funda el colegio de Nuestra
Señora de Guadalupe, el 14 de noviembre de 1840, por
Domingo Elías y Nicolás Rodrigo. Su primer director
fue el marino y científico español
Ramón Azcárate. La inauguración fue el 7 de
febrero de 1841 y tuvo por capellán al sacerdote Juan
Vargas. Contó entonces con cuarenta alumnos y cinco
profesores. Al inicio, tuvo sólo nivel primario, pero
luego se elevó a media y, por último, a
universitario, bajo la dirección de Sebastián
Lorente.

El primer plan de estudios comprendió:
gramática castellana, geografía descriptiva,
religión, matemática, (aritmética y álgebra),
francés, dibujo y música.

Más tarde, al haber tenido noticias de la
importancia del pedagogo español Sebastián Lorente,
Elías y Rodríguez lo entusiasmaron para (1t10
viniese a regentar este plantel, pues todavía no alcanzaba
el brillo esperado; así, para 1844, Lorente llegó a
Lima y asumió la dirección. De inmediato se
abocó a la reforma de los estudios.

Para 1844 se dictaron los cursos de religión,
filosofía moral, botánica, historia de Grecia,
historia de Oriente, geografía, gramática
castellana, historia del Perú, latín
mecánica, francés, inglés,
aritméticas, cálculo, caligrafía, dibujo y
música.

En 1845: gramática castellana, historia de
Oriente, historia de Roma, historia de
Grecia, historia médica, psicología, lógica,
religión, latín, mecánica, francés,
inglés, aritmética, cálculo,
caligrafía, dibujo, música y
geografía

.En 1846: historia eclesiástica, religión,
psicología, lógica geografía,
zoología, historia media, historia romana,
gramática castellana, literatura, aritmética,
cálculo, geometría, calculo infinitesimal,
mecánica, astronomía, geografía particular
del Perú, francés, inglés, latín,
teneduría de libros, dibujo y música.

En 1847: Economía política,
filosofía moral, historia santa, historia natural,
gramática castellana, historia moderna, derecho natural,
derecho público, geometría esférica,
física, religión, historia romana,
geografía, aritmética, cálculo,
cálculo infinitesimal, latín, francés,
inglés, teneduría de libros, caligrafía,
dibujo y música.

En 1848: derecho penal, derecho natural,
legislación, religión, Literatura, economía
política, filosofía, historia eclesiástica,
historia romana, historia moderna, zoología, latín,
geografía, mecánica, tened u ría,
geometría, cálculo infinitesimal,
aritmética, gramática castellana, lectura,
francés, inglés, escritura, dibujo, pintura y
música.

Y, en 1849: literatura, economía,
filosofía moral, historia santa, zoología, derecho
natural, derecho público, derecho penal,
legislación, historia romana, historia griega,
geografía, física, geometría,
cálculo, cálculo infinitesimal, aritmética,
teneduría, religión, latín, lectura,
inglés, francés, gramática castellana,
pintura, dibujo y música.

El propio Lorente dictó diversos cursos como
filosofía moral, historia de Oriente y de Roma, y
geografía e introdujo los cursos de economía
política, filosofía y derecho a cargo cíe
los hermanos Pedro y José Gálvez.

Para 1848 consiguió el informe del
rector de San Marcos para alcanzar el reconocimiento del gobierno
a los estudios de Guadalupe con valor de nivel superior; y ese
mismo año un guadalupano se recibía de bachiller en
San Marcos.

Al ser Lorente un personaje de un liberalismo radical,
propició que Guadalupe pasara a la condición de
colegio nacional, lo cual se hizo efectivo el 14 de abril de
1855.

Sebastián Lorente fue un profesor español.
Natural de Murcia, graduado en humanidades, teología,
medicina y derecho, entre 1828 y 1835. Luego fue profesor de
filosofía en el Colegio Real de San Isidro de Madrid (1835)
y traductor de la Filosofía moral o los diferentes
sistemas sobre la ciencia de
la vida de Francisco Javier José Droz (1842). Llegó
al Perú el 8 de julio de 1843 para hacerse cargo de
Guadalupe. Enfermó de hemotisis y tuvo que dejar Lima. En
1851 funda el colegio particular Santa Isabel de Huancayo, al
año siguiente propició su
estatización.

En 1854 participa de la revolución
liberal y apoya los decretos sobre negros e indios; colabora en
la preparación de los reglamentos de instrucción de
1850, 1855 y 1876. En 185…, es nombrado inspector de
instrucción pública y de 1856 y 1864 se
desempeña como secretario de la legación peruana en
Centroamérica, Nueva Granada, Venezuela,
España
y Francia.

Escribe Pensamientos sobre el Perú, Historia
Antigua del Perú, Historia de ¡a conquista del
Perú e Historia del Perú bajo la dinastía
austriaca (1 y II) (1863),Historia del Perú bajo los
Borbones (1871); historia del Perú desde la
proclamación de la independencia (1876); Historia de la
civilización peruana (1879); Historia de la
República (inconclusa); Compendio de Filosofía;
Filosofía Moral; Cursos elementales de Filosofía
(Metafísica, Psicología,
Lógica, Moral) y Compendios de Filosofía en todas
sus ramas; Compendio de Literatura y Nociones de Estilo para los
colegios de América, así como compendios de
historia
universal de todas la etapas.

En 1869, fue miembro de la junta de la municipalidad de
Lima y estuvo encargado de reformar las escuelas municipales.
Crea la escuela industrial de San Pedro.

Fue profesor en el colegio de San Carlos y en la
Universidad de San Marcos (1866) y decano de la Facultad de
Letras en 1868 y luego entre 1872 y 1884, año en el que
muere.

El colegio de medicina de San Fernando cambió su
nombre por colegio de la Independencia bajo la administración bolivariana, pero luego
recuperó su denominación original. Fue un
establecimiento como Guadalupe y San Carlos, donde además
del nivel medio se dieron cursos superiores, en este caso, de
medicina.

Orbegoso impulsó estos estudios al nombrar al Dr.
Cayetano Heredia inspector general de hospitales y rector del
colegio de la Independencia Bajo este rectorado, se
modernizó al cambiar las currícula e importar el
instrumental adecuado para los laboratorios de física y
química. Se adelantó los estudios de historia
natural y fundó el museo de Anatomía
Patológica, e incrementó la biblioteca.
Heredia formó un equipo importante de profesores, entre
los cuales se contaron: Manuel Solari y Antonio Raymondi,
italianos; Douglas, francés, José Eboli,
químico peruano; y Sebastián Lorente, médico
español.

Para 1836 San Fernando fue incorporado a la Universidad
de San Marcos al igual que San Carlos para el área do
Letras, con lo cual perdieron su independencia.

Otros colegios de Lima

Entre éstos se contó el colegio de
jesuitas en
San Pedro. La Compañía de Jesús
regresó durante el gobierno de Manuel Pardo para abrir lo
locales educativos cerrados por falta de profesores. Llegaron
cuatro padres en 1874 y establecieron este colegio, el cual
consiguió un apreciable desarrollo, no obstante la
guerra. Para
1885, contaba con 26 internos, 32 medio internos y 160 externos,
atendidos por doce religiosos, seis hermanos y dos
novicios.

También de estos años es el Instituto de
Lima, cuyo origen está en 1872, cuando un grupo de
particulares decidió su creación mediante una
sociedad por acciones, la
cual llegó a reunir 120,000 soles. Se tomo como modelo el
"gymnasium’ alemán Con esa base quisieron fundar un
colegio de humanidades, con capacidad para 200 alumnos y 24
profesores, pero las instalaciones y la construcción del local superaron los
cálculos y la Sociedad se disolvió; sin embargo,
quedó la idea del Instituto, cuyo funcionamiento se dio en
un local mas estrecho bajo la dirección del Dr. Contzen, a
quien se contrato junto
con otros tres profesores alemanes (1873), Tres años
después se cambié de local. El método
alemán no tuvo mucha acogida por la insistencia en el
estudio de lenguas muertas y debió cambiar la
orientación, siempre alemana, pero más
práctica de la Realschulen. Aumentó su prestigio,
pero, con la crisis, el
alumnado disminuyó; se disolvió la sociedad y el
colegio continué, aunque con otras bases. Lo nuevos socios
fueron el Dr. Büttgenhach y el Dr. A. Herz, quien
hacía años que estaba en el país y
había dirigido colegios de media en el Cusco e
Ica.

Para 1885, el colegio tenía siete grados: tres de
preparatoria y los grados de 1° al 4º No llegó a
establecer los grados 5° y 6°, pero con los cuatro
basté para el ingreso a la universidad. Llegó a
contar con 30 internos y 175 externos.

Hubo cierta confusión al hablar de los colegios
particulares, pues muchas escuelas de primaria se autotitulaban
colegios. Numerosos planteles de ambos niveles trataron de
conseguir respaldo extranjero y aparecieron colegios
franco-peruanos, peruano inglés, peruano-alemán
etc.

Las escuelas municipales, entre 1879 y 1883,
permanecieron cerradas. Su reapertura se produjo en
1885.

Educación en provincias

La educación en Arequipa: Según Villegas,
en la década de los 30, la municipalidad, debía
"Cuidar de la enseñanza de la juventud y de
su buena educación moral y política promoviendo el
establecimiento de escuelas de primeras letras en todo pueblo que
estuvieran bajo la dependencia municipal "Pero esto estuvo sujeto
a la disponibilidad de fondos de dichas instituciones.

Se estableció corno período v sólo
el mes que corría entre el 9 de diciembre y el 9 de enero,
con lo cual los estudios duraban once meses. Sin embargo, el
numero de días feriados era excesivo y con frecuencia se
añadía a las fiestas religiosas y cívicas el
jueves, especialmente cuando los feriados caían en
viernes, lo cual reducía el trabajo a
sólo tres días. Existió, no obstante una
supervisión, ejercida por la
diputación de instrucción y educación, pero
no pudo controlar debidamente el sistema
educativo.

Los métodos
pedagógicos fueron diversos, desde el tradicional
memorístico que hasta el presente no se reduce a su
verdadera función
hasta el lancasteriano y el anliangular.

En 1834 se consignan escuelas de primeras letras a cargo
de Bernardo Vera, Teodora Zegarra, María Sierra, Marcos
Nieto, José Romero, Juan Pablo Ruiz, Jacinto
Gonzáles y Josefa Barra. También hubo escuelas de
gramática a cargo de Bartolomé Arana, Fausto
Solórzano y Bernardino de Cerna. Al sobrevenir las luchas
de la Confederación Perú-boliviana, se
paralizó la educación pues, Arequipa fue principal
escenario de ellas y, en 1836, al suprimirse las municipalidades,
se cerraron las escuelas.

En estos años inicial se distinguieron el colegio
n de la lude pendencia Americana y el de San
Francisco.

El colegio de la Independencia estuvo vinculado con la
Academia Lauretana de Ciencias y Artes, que lo acogió en
su claustro. Tuvo entre sus presidentes al deán Juan
Gualberto Valdivia (1830) y a Francisco de Paula Gonzáles
Vigil (1831), pero en 1835 el cargo se hizo rotativo. Como
profesores destacados cabe mencionar a José
Murguía, Santiago Ofelan, José María Pavero
y Antonio Salas.

Por falta de rentas, se unió al seminario de San
Jerónimo (1837) e incluso cambio su nombre por Liceo de la
Paz de Paucarpata. Se le autorizó a introducir la
enseñan de lógica ética,
idiomas, matemáticas puras y mixtas, geografía,
gramática, descriptiva y economía
política.

A la caída de lo confederación (1 839
1840) entró en receso y se reabrió en noviembre,
bajo el rectorado de Rafael Barriga. Llegó o contar con
2-13 alumnos, repartidos en: 30 en derecho, 18 en
filosofía, 28 en matemáticas, 104 en
gramática latina y 48 en dibujo.

Algunos alumnos sobresalientes fueron: Manuel Toribio
Ureta, Cipriano Coronel Zegarra, Hipólito S3nchez y Pedro
Silverio Paz Soldán.

El colegio de San Francisco funcionó antes de
1830. Al igual que muchas otras instituciones educativas, lo
afectaron las guerras
civiles y en 1834 la mayor parte del local fue ocupada por un
cuartel; llegó el receso hasta 1839, año en el que
se reabrió bajo la dirección de Juan
Colliéres. En 1840, llegó a tener 141 alumnos,
distribuidos así: nueve en derecho, nueve en
teología, dieciséis en maten cincuenta y tres en
filosofía y cincuenta y cuatro en gramática latina.
El 29 de noviembre de 1851 pasó a ser nacional.

Otros colegios que cabe mencionar son Santo Domingo y La
Merced, que funcionaron en los conventos respectivos, en
cumplimiento de dispositivos gubernamentales que requirieron a
las órdenes religiosas a hacerlo.

En Santo Domingo se daban cursos como teología
moral y escolástica, filosofía, historia sagrada,
etc. En La Merced hubo alguna variedad: historia sagrada,
teología dogmática, teología
escolástica, derecho canónico, filosofía y
matemáticas, teología moral, gram5tica latina,
castellano,
bellas artes.
En general, los cursos dados en estos colegios conventuales
hacían mucho hincapié en la enseñanza de
teología, pues funcionaban prioritariamente como
seminarios.

También destaca el colegio Arequipa, fundado en
1835. Tuvo como director a Gil Espino y de subdirector al
francés Brunier de Valois. Los cursos, en este caso, se
alejaron de la teología y fueron: filosofía,
gramática. Latín, gramática castellana,
francés, escritura, dibujo, matern5ticas y derecho. Hubo,
adem5s, una escuela gratuita de primaria, en 1840, bajo la
profesora de Vivanco.

Entre 1851 y 1861 funcionó el colegio San Rufino
de Chuquibamba, que estuvo costeado por los vecinos, pero tuvo
que clausurarse por falta de fondos hasta el 22 de marzo de 1861,
fecha en la que se reabrió con el nombre de San Luis
Gonzaga.

La educación en el Cusco: tuvo, según
Tamayo, un momento muy importante con la Confederación
Perú-boliviana (1836-1839), pues Santa Cruz tomó
especial interés en
la antigua capital
incaica y dio reglamentos para la instrucción y para la
modernización de la universidad cuzqueña;
decretó la reapertura del colegio de educandas formo la
escuela de bellas artes y propició la creación de
escuelas lancasterianas en las capitales de los departamentos del
Estado sur-peruano.

Al avanzar el siglo, el colegio de ciencias y artes
establecido en 1825 no sólo dio cursos de media, sino
también de nivel universitario, como anatomía
descriptiva, derecho, filosofía, idiomas y
teología, matemáticas y medicina. Su primer rector
fue Miguel de Orozco y el de mayor permanencia Francisco Pacheco
(1831-1834 y 1842-1845). El presidente Gamarra tomó mucho
interés por el perfeccionamiento de la enseñanza de
las matemáticas, pero bajo Santa Cruz sólo
atendió la preparación en artes y oficios, y en
1839 fue víctima de un saqueo. Se cerró en 1856 por
una epidemia de fiebre amarilla,
pero reinició sus labores el 1 de mayo de 1858 bajo la
dirección de Juan Ensancho.

Otras provincias las disposiciones gubernamentales para
la creación de centros educativos se cumplieron en mayor
escala en la
apertura de escuelas primarias, las cuales se establecieron,
incluso, en provincias alejadas como Ancos, Chota, Pozuzo etc. No
ocurrió lo mismo con la enseñanza media en los
albores republicanos, debido a las guerras civiles, la falta de
maestros y la escasez de fondos que destinar a esta actividad. De
allí que aunque se repetían los decretos para
asignar a la educación los bienes de
conventos supresos, los frutos de la venta de bienes
del Estado, parte de las rentas de aduanas, los
impuestos de
molinos, las rentas de las municipalidades, etc., muchas veces
ignoraba la real situación de tales ingresos y, como
ocurrió en el caso de las municipalidades, fue el Estado el
que tuvo que asumir los gastos, pues los
concejos no podían cubrir sus propios gastos.

Así y todo, desde el primer gobierno de Castilla
(1845) gracias a los ingresos del guano y al asentamiento
político mejoró la atención a la educación y se
ejecutaren muchos de los decretos mencionados que habían
sido letra muerta. Uno de estos casos fue el del colegio de
Piura, cuya creación fue aprobada el 7 de setiembre de
1831, pero funcionó en 1845; en Chachapoyas, el 22 de
enero de 1830 se abrió el de Ciencias y Artes de San Juan
de La Libertad, pero
no llegó a funcionar y en diciembre de 1844 se
integró al Seminario Conciliar.

En Lambayeque se autorizó el funcionamiento del
colegio de Ciencias y Artes, que luego se desplazó a
Chiclayo, pero en ninguno de los dos casos se
abrió.

En el norte, el que tuvo mejor destino fue el de
Cajamarca, cuya creación dato del 12 de noviembre de 1829
como colegio Central de Artes y Ciencias; pudo funcionar el 8 de
setiembre de 1831, bajo la dirección de Diego Zavala y
Barrantes.

En Huaraz se proyectó el colegio de La Libertad
el 1 de febrero de 1828, pero no se abrió hasta el 28 de
julio de 1817.

Para Huanuco, se dio el decreto del 4 marzo de 1828, por
el cual se creaba el colegio de la Virtud Peruana, que
funcionó el año siguiente y fue su primer director
el sacerdote Gregorio Cartagena. Este colegio cambio su nombre,
posteriormente, por colegio de Minería y después de
la guerra con Chile por el de Leoncio Prado.

En Ica fue instalado el colegio San Luis Gon7aga el 1 de
junio de 1827 y se le asignaron dos cátedras Con las
materias de jurisprudencia, filosofía y matemática.
Su primera autoridad fue
Mariano Fernandini.

Ayacucho sufrió, en cambio, una reducción
en materia educativa. La universidad y el seminario se redujeron
a sólo un colegio de media, mientras en Huancavelica
funciono el colegio de La Victoria de Ayacucho, el 17 de marzo de
1833, bajo la dirección de Manuel Patricio
Fernández, con las cátedras de gramática
castellana y latina, filosofía, matemática y
mineralogía.

El caso de Huancayo fue especial. Al residir
allí, por razones de salud, el maestro
Sebastián Lorente fundó en 1851 el colegio Santa
Isabel, al cual dotó de un plan de estudios similar al de
Guadalupe. Consiguió la colaboración de
profesionales destacados como José Barreto, Pedro
Saavedra, Juan Ignacio Cot, José Salazar, Miguel
Nájera, Manuel Jiménez y Mons. Claudio Urbina.
Llegó a contar con 109 alumnos, de los cuales 60 eran
internos. Al ano siguiente propuso la nacionalización y se
le quiso cambiar de nombre por San Rufino, pero este nombre se
perdió.

También en Moquegua y Puno llegaron a
establecerse colegios de media. En Moquegua fue el de La libertad
(6 de junio de 1828) y el de Puno se transformó, en 1837,
en el Colegio Mineralógico de Socabaya.

Durante el primer gobierno de Castilla, se quiso
adelantar, además, la educación que en nuestros
días se denomina laboral, que en
esos años se conoció como artes y oficios. Con este
motivo, por lev del 23 de octubre de 1849, se ordenó
establecer estas escuelas en todas las capitales de
departamentos. Lamentablemente, no se pudo organizar ninguna
hasta 1864, en el edificio del Colegio Real y se le doté
de las herramientas e
instrumentos necesarios.

En la década del 50 al 60 hubo algunas mutaciones
en el avance de la instrucción: en el colegio San
Ramón, de Ayacucho, se cambiaron dos reglamentos, el
primero el 15 de enero de 1856 y el segundo el 8 de enero de
1861, año en el que se estableció un colegio en
Coracora. En Cajamarca hubo crisis en el Colegio Central de
Ciencias y Artes que llevó al cambio de nombre por
San Antonio y
finalmente se transformó en el San Ramón, como
colegio de media.

Para mayo de 1861, se estableció el Colegio San
Juan de Chota y tuvo como director a Antonio Godoy (24 de junio
de 1861).

Algunos colegios particulares se transformaron en
nacionales en el Cusco, como los de la Unión y la
Convención (24 de octubre de 1853) y se abrió un
nuevo colegio en Urubamba, el 27 de febrero de 1861. En Ica
también se organizaron los colegios, como fue el San Luis,
en base a San Carlos, por intervención de Marino Leocadio
García (1856-1865), quien consiguió, igualmente,
incorporar el curso de derecho público
eclesiástico; el 25 de mayo de 1862 este colegio redujo su
alcance a sólo media.

En Junín también se ingresó a la
nacionalización, en el caso del colegio municipal de
Tarma, creado en 1858 como del Orden, luego pasó a Colegio
de Ciencias y Artes con la dirección de Eusebio Bedoya,
para terminar como San Ramón, el 17 de septiembre de 1862
en manos del Estado. En 1861 se había abierto otro colegio
municipal, pero en Jauja.

En Lambayeque se abrió el colegio San José
de Chiclayo, el 18 de mayo de 1854 y tuvo por director a Clemente
Peralta. La Libertad tuvo cambios de importancia: el 18 de mayo
de 1854 el colegio nacional San Juan de Trujillo se separó
del seminario; recibió un nuevo reglamento sólo en
1856 y cuatro años después otro. El director desde
1854 fue Isidro Bonifaz.

El aula de latinidad y filosofía, luego de
diversos intentos que empezaron en 1853, se convirtió en
el colegio de San Nicolás (28 de mayo de 1860). El primer
director fue José Manuel Vereau; a su muerte lo
reemplazó el presbítero Pedro Martín
Olivos.

En Piura, el Colegio de Ciencias San Miguel de Piura
obtuvo reglamento el 1 de abril de 1856. inicialmente, estuvo
dirigido por Juan Blanco (1850— 1851). En 1861 se dio una
reforma del reglamento.

Otros dos colegios que se establecieron fueron el de
tacna: La independencia de Tacna (1 de mayo de 1861) y el de
Tarapacá (1 de octubre de 1862).

Educación femenina

Empezó o ser tomado en cuenta desde los
últimos años de la Independencia, cuando se crearon
los colegios de educandas, inicialmente en Lima, Cusco y
Arequipa, pero a la vez se prohibió su ingreso a colegios
mayores (media) y universidades. En los casos en los cuales
llegara a los mayores grados de primaria, los esto estudios
debían ser mas simples que los de los varones.

En Lima se creó, en 1825, un gineceo en el
convento de la Concepción donde llevaron cursos de
aritmética, música, geografía, historia,
religión cristiana, labores, escritura y
lectura.

Para el Cusco también se fundó un colegio
de educandas (8 de julio de 1825), pero laico y de carácter liberal; sin embargo, la apertura
se retardó hasta el l de abril de 1827. Se le dotó
de las rentas que correspondían a los conventos supresos
de San
Agustín y Recoleta Franciscana y los fondos de los
baños Huancaro. La primera directora fue Tadea de la
Cámara y el mayor progreso lo alcanzó durante la
Confederación Perú-boliviana. Más adelante,
sólo se impartiría primeras letras hasta 1847.
Allí estuvieron mujeres que luego destacaron
intelectualmente, como Trinidad Enriquez y Clorinda Matto de
Turner.

En Arequipa, el colegio de educandas también fue
anterior a 1830 y las clausuras del año escolar se
hacían con asistencia de las autoridades. En 1833, el
prefecto general Juan José Salas y el comandante general
Domingo Nieto quedaron tan impresionados Con la formación
de las niñas que entregaron sus anillos para rifarlos
entre las pupilas. El prefecto, además, hizo traer comida
de su casa para todos y contrató los palcos del teatro para
invitar a las educandas, previa autorización de la
directora.

En 1830 se estableció una escuela lancasteriana
en la casa del colegio de la Independencia. Se dieron cursos de
lectura, escritura, doctrina cristiana, aritmética y
costura. La directora fue la señora Juana Loigorri, El
sueldo de los profesores se fijó en 30 pesos al mes.
Funcioné hasta después de 1840.

En Lima, a partir de 1830, se fundaron otros colegios
corno el de Educandas del Espíritu
Santo (1830), dirigido por Hortensia Boyer de Nusard, donde
se otorgaban becas para servidores del
país. Posteriormente, fue regentado por monjas
franciscanas de inspiración jesuítica. En 1838,
Mercedes Haro de Mendiburu condujo otro colegio femenino, que
tuvo por cursos: doctrina cristiana, ortología,
caligrafía, gramática castellana y francesa,
mitología, historia, dibujo, bordado en tul
y bastidor, música vocal e instrumental y
baile.

Bajo la administración de Salaverry, se dio un
reglamento muy detallado para el colegio de educandas (1835),
pues se establecía las materias de enseñanza y
tanto el horario de clases como del internado y los
períodos vacacionales.

Otros colegios de educandas se establecieron en Ica
(1828), Moquegua, Cusco (1847), Trujillo (1848), Puno (1848:
colegio de Educandas de Santa Rosa); y en Tacna un colegio
particular.

En la década de 1850 a 1860 se estableció
la creación del Colegio de Educandas de Ayacucho
(1856-1861) y el Huancavelica (5 de febrero de 1861). En Moquegua
se estableció un colegio de niñas el 15 de mayo de
1861; en Tarapacá se hizo lo propio en octubre de 1862.
Para estos años, el Colegio de Educandas del Cusco Nuestra
Señora de las Mercedes estuvo dirigido por Antonina
Pérez.

Además, algunas religiosas vinieron con la
misión
específica de ocuparse de la educación femenina,
tales fueron las madres de los Sagrados Corazones de Jesús
y de Maria, que establecieron la escuela de niñas de
Belén, plantel que logró el más alto
prestigio. Las religiosas llegaron al Perú en 1848 y se
instalaron en la calle Belén, cerca al Porque de la
Exposición. Las alumnas llegaron a ser 180
internas y 80 externas. Recibían niñas entre cuatro
y doce años. Las hermanas fueron en su mayoría
francesas y aumentaron hasta cincuenta y ocho.

Otra congregación que llegó fue la del
Sagrado Corazón,
llamada por Manuel Pardo. Es también de origen
francés y tomaron como local el antiguo convento de los
jesuitas, dejado por los padres oratorianos de San Felipe de
Neri. El colegio se conoció como inglés por la
presencia de religiosas norteamericanas e irlandesas,
además de belgas, italianas y algunas peruanas.
Tomó el nombre de Escuela de Niñas de San Pedro.
Fue un centro particular, UCS no recibió subsidió
estatal, no obstante se comprometió a la formación
de veinte normalistas para provincias. La pensión mensual
ascendía a 20 soles.

Por la misma fecha (1872), las hermanas de la
congregación Eudista (fundada por Juan Eudes), recibieron
la Casa de Ejercicios de San Agustín, a fin de que
establecieran una casa de educandas y asilo para mujeres.
Así nació el colegio del Buen Pastor, con tres
secciones e internado para niñas de cuatro a catorce
años. Al lado estuvo el asilo para muchachas adultas que
desearan llevar vida retraída, pero sin votos (beaterio) y
". . . una casa de salvación para muchachas y mujeres que
han llevado una vida licenciosa y que quieren o deben corregirse
aquí, pues en esta clase hay
huéspedes obligadas y voluntarias. Se les llama
Magdalenas, arrepentidas…" y a las primeras sólo
Magdalenas.

El internado cuenta con 100 niñas y 60 hermanas
arrepentidas y 20 magdalenas. los reglamentos son mas
rígidos y las educandas sólo salen cuatro veces al
año para ir con sus familias.

Además de éstas, existieron otras escuelas
particulares de menor importancia. Con el tiempo, las
escuelas se convirtieron en colegios y dieron completa la
instrucción primaria y media.

Escuelas Normales

Desde los días emancipadores, los libertadores
quisieron establecer escuelas normales según el modelo
inglés lancasteriano y se contrató para ello al
pedagogo inglés Diego Thomson, quien era, además
agente misionero de la Sociedad Bíblica Británica
de propaganda
protestante, por lo cual, a pesar de que trabajó en
armonía con el maestro y sacerdote peruano José
Francisco de Navarrete, no pudo ejercer plenamente su labor
evangélica y terminó por dejar el país sin
que dichas escuelas hubieran tenido el avance
necesario.

En 1826, fue el ministro José María de
Pando quien trató de incentivar su establecimiento y
creó en Lima una para varones y otra para mujeres,
además, intentó promover su apertura en provincias
y capitales de departamentos, pero esto no se
cumplió.

Con la misma orientación dispuso Santa Cruz, en
1836, la creación de la Escuela Normal Femenina que
estaría ". . Orientada a una enseñanza moral y
memorística…" solo para los quehaceres
doméstico y se daría en beaterios» Para el
Estado sur-peruano decretó (19 de junio de 1836) su
establecimiento en todos los departamentos, serían
gratuitas y seguirían el método lancasteriano. Las
regentaría un director experto en el
método.

El sistema de exámenes sería semestral y
público y se premiaría tanto a alumnos como a
profesores. El 2 de julio se nombro director de las escuelas
normales de Arequipa a Nicolás Fernández de
Piérola, administrador
general de las rentas de la Beneficencia. Al ano siguiente,
Piérola fue reemplazado por Vicente Carvajal. Al caer la
Confederación. Desaparecieron las escuelas
normales.

Un nuevo intento se hizo en 1852. Esta vez con modelo
español, para lo cual se contrató al profesor
Francisco Ballesteros, junto con dos de sus hermanos, para la
dirección; pronto hubo un entredicho con el gobierno que
provocó la rescisión del contrato y nuevamente
desapareció la Escuela Normal.

En 1859 se aprobó c reglamento preparado por
Miguel Estorch y se inauguró la Escuela Normal el l de
junio de 1859, en el local que había sido de la aduana (calle San
Martín). Entre los profesores estuvieron José
Granda y Melchor García. Los estudios duraban cinco
años y tuvo un régimen mixto: alumnos internos (de
quince a veintidós) que llegaron a treinta y seis, y
externos que sumaron 264 (de cuatro a catorce
años).

Educación especial o estudios
superiores

Se desarrollaron en la segunda mitad del siglo,
precedidos por el nivel de colegios como Guadalupe y San Carlos
en Lima y algunos de provincias; por la llegada de profesores
europeos, contratados o inmigrantes; por las mejores condiciones
sociales, políticas
y económicas y por la formación de un ambiente
cultural m adecuado. De allí que las apreciaciones de
Lastarria sobre San Marcos, hacia 1850, sean sólo
parcialmente aceptables: está hoy en receso, lo que por
cierto no es una pérdida; su tiempo ha pasado, y su
antigua constitución no podría hoy sino servir de
estorbo al progreso literario. Sin embargo conserva
todavía en su general adornado con los retratos de
numerosos doctores que se distinguieron en sus mejores tiempos.
Tiene … muchos doctores, algunos de los cuales se titulan
catedráticos, aunque no dan lecciones".

Efectivamente, era en los colegios antes mencionados y
en San Femando donde se formaban los profesionales y la
universidad les reconocía los estudios y los graduaba.
Lastarria reconoce que el colegio de Medicina "… posee un
gabinete de física y de anatomía dotados de buenos
y numerosos instrumentos y de un colección de
plásticas (sic) completos…"» En San Carlos se
estudiaban los cursos de derecho, sobre todo, el civil, el
canónico, el natural, el constitucional y el de
gentes.

La Universidad de San Marcos llegó a contar con
seis facultades: las de Teología y Medicina, en locales
especiales; y Jurisprudencia, Filosofía y Letras,
Matemáticas y Ciencias Naturales, y Ciencias
Económicas unidas con San Carlos ocupaban el antiguo local
de los jesuitas (actual Parque Universitario). Poseía
autonomía académica y de manejo de rentas. El
año académico se iniciaba al día siguiente
de Pascua de Resurrección y terminaba el 23 de diciembre.
A las ceremonias de apertura y clausura de los cursos
asistían el presidente, los ministros, el Poder Judicial y
el público en general.

El régimen de gobierno comprendía el
rector, vicerrector, los decanos y vice-decanos de las facultades
y el Consejo Universitario, que lo conformaban las autoridades
nombradas m un profesor por cada facultad.

El cargo de rector duraba cuatro años, con
posibilidad de reelección inmediata; el rector
debía ser miembro de alguna facultad y mayor de 30
años. Tanto el rector como el vicerrector eran elegidos
por una junta electoral que la componían los decanos y
cuatro profesores por cada facultad. los otros funcionarios del
rectorado (secretario, tesorera y bibliotecario u archivadores)
eran elegidos por el consejo universitario también por 4
años. El mismo período regía para las
autoridades de las facultades.

El sueldo de los profesores era de l 200 soles anuales Y
los decanos recibían 1 000 soles màs. La asistencia
a las ceremonias universitarias. obligaba a los profesores al uso
de frac y corbata blanca; a los bachilleres y licenciados a lucir
una medalla de plata con cinta de color
según la facultad; lo mismo debían hacer los
doctores, pero con medalla de oro. El color
de teología era el blanco, el de los juristas verde, los
médicos llevaban morado, los de ciencias económicas
rojo y los de Filosofía azul celeste.

La duración de los estudios variaba de acuerdo a
la facultad. Jurisprudencia comprendía cinco años,
pero al tercer año se obtenía el bachillerato,
mediante tesis al
completar los dos restantes se obtenía la licenciatura;
para el doctorado era menester dos años de pr6ctica
adicionales.

A partir de 1855, por el reglamento de
instrucción que incorporaba las universidades al sistema
educativo nacional, la universidad se negó a admitir la
jurisdicción de la Dirección General de
Instrucción al ser nombrada una comisión de
reglamento (13 de junio de 1867) compuesta por Manuel Ferreyros,
inspector de Instrucción, el rector Nicolás Garay,
el rector de Santo Toribio, al de San Fernando y el de San
Carlos, mas el de Guadalupe. Garay se retiró, Santo
Toribio no asistió y para junio de 1860 el proyecto se
desechó. Todavía con ánimo conciliador, se
nombró otra comisión, presidida por Juan Gualberto
Valdivia, Miguel de los Ríos, Luis Monsante y Manuel
Santos Fasapera, quienes emitieron un informe el 17 de abril de
1861. A la semana, se declaró nulos los títulos y
grados que no se ajustaran al reglamento de 1855 (que
incluía un examen ante tres profesores y revisión
del expediente por la Dirección de Estudios del Ministerio
de Instrucción y la obligación de tener
matrícula anual para poder dar el examen). Diez
días después, el rector Juan Vásquez de
Solís reunió a la comunidad
universitaria de San Marcos, para rechazar los nuevos reglamentos
y se apeló al Congreso y al Poder
Ejecutivo. No aceptaban igualarse con las universidades
menores, pero la respuesta de Castilla y de su ministro Oviedo,
el 28 de agosto de 1861, simplemente ratificó el informe
de abril. Por su parte, el arzobispo, rechazó formar parle
de San Marcos mientras que Santo Toribio no intervino en la junta
directiva de la universidad.

El 27 de enero de 1862 se dio un decreto conciliador,
pero faltó con fianza y, posteriormente, el Ejecutivo
nombró rector a José Gregorio Paz Soldán;
vicerrector a Miguel Evaristo de los Ríos; secretario
titular a Pedro Alejandrino del Solar y secretario adjunto a
Manuel Antonio Barinaga.

Paz Soldán fue liberal, regalista, laicista y
democrático. Dio por can- celada la universidad y
aseguró la libertad de cátedra y de estudios; era
partidario de la tesis que sostenía que "las Universidades
eran ‘el gobierno aplicado a la dirección general de
la educación publica".

Con este rector se inició la publicación
de Anales universitarios. En el volumen I se
publicaron trabajos sobre San Marcos y en el II una
crónica de las universidades de provincias (Arequipa,
Ayacucho, Cusco, Puno y Trujillo). Se consolidó la
universidad hacia 1866.

Para 1876 se le dio una orientación hacia la
profesionalización (formación de
abogados y médicos). No hubo proyección hacia la
investigación.

Durante el gobierno de Pardo y merced a los trabajos de
Pradier Fodéré, se abrieron los estudios de
ciencias políticas y administrativas, separadas de
derecho. Estos estudios duraban tres años.

La Facultad de Matemáticas y Ciencias Naturales
se dividió en tres secciones, de tres años cada
una: matemática ciencias físicas y ciencias
naturales. Filosofía y Letras abarcó cuatro
años; Teología seis años, pero hechos en el
Seminario de Santo Toribio, que poseía rentas propias; y
Medicina, la más larga, llegaba a siete años de
estudios. Si se rendían los siete exámenes anuales
se podía aspirar al doctorado mediante un examen que
constaba de cinco interrogatorios de hora y media cada
uno.

Los estudios de medicina se habían incorporado
como facultad a San Marcos en 1856. Anteriormente, se
habían ciado en el colegio de la independencia, pero sin
mucho éxito
entre 1826 y 1842. Santa Cruz, durante la Confederación,
había decretado que los médicos debían
recetar en latín y el 28 de enero de 1340 una junta,
presidida por José Manuel había formulado un
reglamento. La certificación de la suficiencia y honestidad
profesional la decretaba el protomedicato, que era una especie de
tribunal para este gremio, y el que confería los
doctorados. El protomedicato duró hasta el 30 de diciembre
de 1848 y fue reemplazado por una junta ad hoc, Los
protomédicos en el siglo XIX fueron: Miguel Tafur, quien
murió en 1833; José Manuel Valdés hasta
1843; y Cayetano Heredia hasta el final. La junta que lo
sucedió estaba integrada por siete miembros, que
procedían del colegio de la Independencia; la presidencia
fue rotativa. En los departamentos debía haber un
representante de la junta, la cual se encargaba también de
examinar a los graduados, para que pudieran obtener el doctorado.
1 lacia 1875, llegaron dos profesores franceses: N4artinet para
Botánica y Le Blanc para Química.

Del colegio de la Independencia y del protomedicato
dependieron algún tiempo, los estudios de farmacia, aunque
en forma intermitente, pues el 1 de agosto de 1831 se creó
la junta de farmacia para examinar a los farmacéuticos y
las boticas; en 1835 se le volvió a sujetar al
protomedicato y al año siguiente recobró su
autonomía hasta 1856.

Al incorporarse Medicina a San Marcos dependieron de
ella: Farmacia, cuyos estudios duraban cuatro años; la
escuela de Cirugía Corriente, que comprendía dos
años; la de Odontología, que se extendía
igual tiempo; y el Instituto de Obstetricia, cuyos estudios
abarcaban cuatro años.

La preparación de Obstétrices se
inició en el antiguo hospital del Espíritu Santo
(26 de noviembre de 1830). Allí se formó parteras y
se atendió a mujeres menesterosas, pero este centro se
clausuro en 1840 y solo en 1847 se reabrió como
dependencia del hospital de Santa Ana. Dirigió este
colegio de maternidad Camilo Segura, tocólogo, graduado en
París; el alumnado fue sólo femenino. Diez
años después, pasaron al Colegio de San Ildefonso;
para 1875, funcionó en San Andrés y en 1877
volvió a Santa Ana.

Papel importante en el desarrollo demás estudios
de medicina tuvo Cayetano Heredia, hombre de
origen humilde y provinciano. Nació en Catacaos el 7 de
agosto de 1797. Fue hijo natural de Manuela Heredia. Vino a Lima
en 1813, al Colegio de San Fernando. Consiguió graduarse
de médico y cirujano y ocupó una cátedra en
1 825. En 1834, lo encontramos vinculado a las guerras civiles
como cirujano en el ejército de Orbegoso y presente en el
encuentro de Huaylacucho.

Fue nombrado inspector general de hospitales. Se
desempeñó también como rector del colegio de
la Independencia (1 834-1 839; 1813-1 856). Mejoró los
gabinetes de física e historia natural, la biblioteca y
las rentas y se encargó de organizar la Facultad de
Medicina.

Ocupó el protomedicato hasta su
desaparición y luego integró la junta directiva de
medicina; fue el primer decano de la Facultad de Medicina. Tuvo
como colaboradores a Pedro Douglas, francés; Manuel
Solari, italiano; José Julián Bravo, presidente de
la Sociedad de Medicina (1854); Julián Sandoval, Marcelino
Aranda y Sebastián Lorente. Murió el 10 de junio de
1861 en Miraflores.

Por ley del 7 de
enero de 1863, se determinó la creación de juntas
de medicina en Arequipa, Cusco y Trujillo, dependientes de San
Fernando. Los aspirantes a médicos se examinaban ante
ellas, luego de demostrar haber seguido los siete años
correspondientes y el título de bachiller o doctor de
cualquier universidad. La facultad de Lima expedía los
diplomas.

Estos estudios quedaban asignados a los colegios de la
Independencia de Arequipa, de Ciencias del Cusco y de San Juan de
Trujillo. En Arequipa funcionó la Universidad de San
Agustín, establecida el 2 de junio de 1827, durante la
prefectura del general Gutiérrez de la Fuente.

La ceremonia inaugural fue el 11 de noviembre de 1828,
en los claustros del colegio de San Agustín. Uno de sus
primeros rectores fue José Fernández Dávila
(1830-1834), quien contó con la colaboración de
Santiago Of clan, Rafael Barriga, Juan Gualberto Valdivia, Tadeo
Chávez, Andrés Martínez, José
María Corbacho, Manuel Amat y León, Leonardo Navas,
José María Arce y Manuel Recavarren. Para el
ingreso a la docencia,
debían hacer profesión de fe católica,
aceptar todos los dogmas de la Iglesia y
asumir su defensa.

En 1835 se nombró una comisión de
reglamento, presidida por el rector Fernando Arce y Fierro e
integrada por Amat y León, Chávez, Manuel Ezequiel
Rey de Castro y Mariano Gandarillas (18 de junio), a raíz
de haberse autorizado su funcionamiento por Orbegoso el 6 de mayo
de ese año.

La flamante universidad otorgaba grados de
teología, a través del maestre escuela de la
catedral; jurisprudencia, economía política,
física y matemática, medicina y cirugía,
bellas artes y letras y educación.

Los exámenes de bachillerato, licenciatura y
doctorado duraban: los primeros una hora y dos el último.
Después picarían tres puntos en la facultad
correspondiente y del graduando elegía uno, y fijaba una
proposición y sin salir del lugar designado por el Rector
hacía su disertación en castellano, la que
leía al cabo de 24 horas en la capilla de la Universidad
ante la Sección Económica y los doctores
concurrentes La disertación duraba media hora estricta y
después era argüido durante 20 minutos por dos
replicantes, nombrados por el Rector " El bachiller tenía
media hora para el examen general y quince minutos para la
disertación, igual que los objetantes.

El valor de los derechos de contenta (grado) sumaba 25
pesos para bachiller, 100 pesos para licenciados y 250 pesos para
doctor

En el Cusco funcionaba la Universidad de San Antonio
Abad, que fue suprimida al terminar el virreinato; posteriormente
Bolívar le
dio el nombre de universidad de San Simón (6 de julio de
1825) por lo cual a su salida la universidad tuvo que recibir al
Seminario de San Antonio Abad (10 de julio de 1828) en sus
claustros. Santa Cruz intentó algunas reformas, pero
fracasó (10 de junio de 1 836); tampoco Castilla tuvo
éxito por falta de fondos, de manera que hasta 1866 se
limito a dar títulos reconociendo los estudios que se
hacían en el seminario y en el colegio de ciencias. Hubo
incluso años en los cuales no se emitió
ningún título, cuino entre 1853 y 1858. El
método de estudio seguía siendo el
escolástico y memorístico, hasta que en 1863 se
separó del seminario y en 1866 se inició la reforma
de los estudios con Jose Teodosio Rozas (krausista) y Pío
Benigno Meza, (ocupo el decanato de la Facultad de Letras y
filosofía ; Mariano VaIdeiglesias (literatura) Eduardo
Corvacho (filosofía) y José Lucas Caparo
Muñiz Uno de los principales estudiantes fue Trinidad
Enriquez Ladrón de Guevara, quien fundó con
francisco Gonzales "la Sociedad de Artesanos". El número
de estudiantes hacia 1880 era sólo entre cuarenta y
cincuenta.

La Universidad de Trujillo fue creada por Bolívar
y Sánchez Carrión el 10 de mayo de 1824, pero su
instalación efectiva fue el 12 de octubre de 1 831 "bajo
la advocación ‘del angélico doctor Santo
Toribio de Aquino y de Santa Rosa de Lima ‘". Como rector
interino estuvo el canónigo Pedro José Soto y
Velarde y la universidad, al igual que las demás,
sólo sancionó los estudios del Seminario de San
Carlos y San Marcelo o del colegio de San Juan (1854) con el
otorgamiento de los títulos. En 1840 se abrieron las
cátedras de teología, leyes y cánones,
medicina, anatomía y artes. Solo entre 1869 y 1873 se
hicieron los estudios en la propia universidad, por lo cual se
decretó su receso en 1876 y se reabrió
recién en 1891. Poco después, entró al
rectorado Carlos A. Washburn (23 de noviembre do 1893). Se
establecieron primero las facultades de letras y Ciencias y,
posteriormente, Derecho, Ciencias Económicas,
Educación y Medicina.

Otros centros de estudios superiores
fueron
:

El Seminario de San Jerónimo de Arequipa
preparaba sacerdotes y profesionales liberales o daba cultura
general. Para 1830 el rector fue el R.F. Manuel José
Martínez, el vicerrector y secretario Ramón Vicente
del Río. Entre sus profesores se contaron: Domingo
Bustamante, José Gregorio Faz Soldón, Evaristo
Vargas y Silverio Garzón. De 1836 a 1837 se integré
con el colegio de la Independencia. Alumnos distinguidos fueron
Francisco Bolognesi, Mariano Timoteo Faz Soldón, Mariano
Eduardo García Calderón, entre otros. El sueldo del
rector era de 1,000 pesos y los alumnos pagaban 12 pesos al mes
los externos y 150 pesos al año los internos.

El Seminario de Santo Toribio, en Lima, cuya reforma
tanto física como curricular fue realizada durante el
arzobispado de Luna Pizarro (1846- 1855) ocupó parte del
convento ele San Francisco. Allí se impartían
estudios entres niveles: elemental o primaria, media y superior,
dando preferencia a la formación de sacerdotes. Los
alumnos, como en el mayoría de centros educativos, eran
internos y externos. Entre los primeros había veinticuatro
becados, que eran quienes entrarían al sacerdocio y
cincuenta pagantes; los segundos eran setenta.

El Instituto de Agricultura tuvo su origen en la compra
de la hacienda Santa Beatriz por el presidente José Balta.
Su sucesor, Manuel Pardo, la utilizó para fundar la
escuela de Agricultura, donde se construyeron casas para los
profesores extranjeros, pero al terminar el gobierno ya no
continuó.

La Escuela de Ingenieros se fundó en 1876, pero
su inauguración fue ya en el gobierno siguiente de Prado;
tuvo su local en el edificio de la se ejerce sobre la cultura, al
punto que el título profesional abre l puertas para todo;
para el profesorado, para contar con el aprecio público,
para formar asociaciones, gremios y otras instituciones, que,
inicialmente, pueden estar destinadas al desarrollo y
difusión de la profesión y la
ilustración, pero que a la larga terminan
desnaturalizando sus fines y se quedan sólo en el servicio de la
persona o en
la acción
política. La solución que plantea es la posibilidad
de la competencia
mediante la ampliación de la educación a toda la
población.

Partes: 1, 2, 3
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